martes, junio 03, 2008

Voltaire y la astrología

"La astrología está apoyada en mejores cimientos que la magia, porque si nadie ha visto nunca duendes, larvas ni demonios, en cambio se ha visto muchas veces realizarse las predicciones de los astrólogos. Cuando dos astrólogos consultados tienen que decir sobre la vida de un niño o sobre la temperatura, y uno de ellos dice que llegará a hombre y el otro que no llegará; cuando uno de ellos anuncia la lluvia y el otro el buen tiempo, es indudable que uno de los dos es profeta.
La desgracia que han tenido los astrólogos consiste en que el cielo ha cambiado después que se establecieron las reglas de la astrología. El Sol, que en el equinoccio estaba en el signo del Cordero en la época de los argonautas, se encuentra en el signo del Toro; y los astrólogos, por desgracia de su arte, atribuyen hoy a una morada del Sol lo que visiblemente pertenece a otra. Sin embargo, esto no es una razón demostrativa contra la astrología; demuestra que los maestros del arte se equivocan, pero no demuestra que el arte no pueda existir.
No es absurdo decir: ´El niño que nació en el creciente de la Luna, durante una estación tempestuosa, al salir tal o cual estrella nacerá con constitución endeble y su vida raquítica será corta´, porque esto es lo que verdaderamente sucede a los temperamentos muy delicados.
Tampoco es un absurdo decir lo contrario, esto es, que el niño que nazca cuando la Luna este en su lleno, o el Sol en toda su fuerza y en tiempo sereno, nazca con constitución fuerte y goce vida larga y feliz. Si estas observaciones se hubiesen repetido muchísimas veces, y se hubieran encontrado exactas, la experiencia, al cabo de algunos millares de siglos, hubiera podido formar un arte del que no cabria dudar. Hubiéramos creído, con grandes probabilidades de acierto, que los hombres eran como los árboles y las legumbres, que se deben plantar y sembrar en ciertas estaciones. Hubiera sido inútil contradecir a los astrólogos diciéndoles: ´Mi hijo nació en excelente temperamento, y sin embargo, ha muerto en la cuna´. El astrólogo hubiera contestado: ´Muchas veces sucede que se mueren árboles plantados en la estación oportuna; respondo de los astros, pero no puedo responder al vicio de conformación que podáis haber transmitido a vuestro hijo; la astrología solo obra cuando no hay causas que se opongan al bien que los astros puedan proporcionar´.
Tampoco se puede desacreditar la astrología diciendo: ´De dos niños que nacieron en el mismo minuto, uno fue rey y el otro solo fue fabriquero de su parroquia´, porque pudieran contestar probando que uno de los dos hizo su suerte siendo fabriquero, y el otro también, llegando a ser rey. Y si se objetara que el bandido que Sixto V mandó a horcar nació al mismo tiempo que Sixto V, que de pastor de cerdos llegó a ser Papa, los astrólogos replicarían que los dos niños habían nacido con la diferencia de algunos segundos, porque es imposible, según las reglas de la astrología, que la misma estrella conceda la tiara y la horca. Como una multitud de experiencias han desmentido las predicciones, al fin han comprendido que ese arte es ilusorio; pero antes de desengañarse fueron crédulos muchísimo tiempo; uno de los más famosos matemáticos de Europa, Stoffler, que floreció a ultimo del siglo XV y a principios del XVI, y trabajo muchos años en la reforma del calendario propuesta en el Concilio de Constanza, predijo que sobrevendría un diluvio universal en el año 1523. Este diluvio debía llegar en el mes de febrero, calculo probable, porque Saturno, Júpiter y Marte se encuentran entonces en conjunción en el signo de los Peces. Quedaron consternados todos los pueblos de Europa, Asia y África que se enteraron de esa predicción, esperando el diluvio, a pesar de ver el arco iris. Algunos autores contemporáneos refieren que los habitantes de las provincias marítimas de Alemania, se apresuraron a vender las tierras que poseían, baratísimas, a los que tenían mas dinero que ellos y menos credulidad. Cada uno de los habitantes de esas provincias, compro un buque para que le sirviera de arca. Un doctor de Tolosa, que se llamaba Aureol, mandó construir una gran arca para el, su familia y sus amigos, y se tomaron las mismas precauciones en gran parte de Italia. Pero llegó el mes de Febrero y no cayó una sola gota de agua. Nunca se vió un mes tan seco, los astrólogos quedaron en ridículo.
A pesar de esto, no se desanimaron, y el público siguió teniendo fe en ellos. Casi todos los príncipes siguieron consultándolos. No tengo yo el honor de ser príncipe, y a pesar de esto, el celebre conde de Boulainvilliers y el italiano Collona, que gozaban gran fama en París, me predijeron que moriría infaliblemente a la edad de treinta y dos años. Pero yo he tenido la malicia de engañarlos hasta ahora durante más de treinta años, y le pido humildemente que me perdonen…
Menos debe sorprendernos todavía que a tantos hombres superiores al vulgo, tantos príncipes, tantos papas, que no se hubieran dejado engañar si se tratara de sus propios intereses, los haya seducido tan ridículamente la impertinencia de la astrología.
Eran muy orgullosos, pero muy ignorantes. Las estrellas solo a ellos predecían el destino; el resto del universo era una canalla sobre la que las estrellas no se dignaban a influir. Se parecían a cierto príncipe, que temblaba al ver a un cometa, y decía gravemente a los que no le temían: ´Comprendo que estéis tranquilos y que no le temáis; no sois príncipes´.
El famoso duque Walstein, fue uno de los hombres mas infatuados con esta manía. Como era príncipe, dio en creer que el zodiaco se formo para él expresamente. No sitiaba ciudad ni empeñaba una batalla antes de haber celebrado Consejo con el cielo; pero como el grande hombre era muy ignorante había nombrado jefe de su Consejo a un bribón italiano, que se llamaba Juan Bautista Seni, al que pagaba el sostenimiento de una carroza de seis caballos y veinte mil libras de pensión. Juan Bautista Seni no pudo prever que Walstein seria asesinado por orden de su soberano Fernando II, ni que el tendría que regresar a pie de Italia.
Es evidente que solo pueden hacerse conjeturas sobre el porvenir, pero estas conjeturas pueden ser tan probables, que se aproximen mucho a la certidumbre. Si vemos que una ballena se traga a un hombre, podemos apostar mil contra uno que se lo comerá; pero no podemos tener la misma seguridad después de leer las aventuras de Hércules, de Jonás, y de Rolando el loco, de que permanecerá mucho tiempo en el vientre de un pez.
Nunca se repetirá bastante que Alberto el Grande y el cardenal de Ailly hicieron los dos el horóscopo de Jesucristo. Leyeron evidentemente en los astros el numero de diablos que sacaría de los cuerpos de los poseídos y la clase de muerte de que moriría; pero por desgracia, esos dos sabios astrólogos lo predijeron siglos después de haber sucedido."


Extraído de “Diccionario filosófico” de Voltaire. 1764.

3 comentarios:

Centauro dijo...

Genial, como todo lo que conozco hasta ahora de Voltaire. Lo tengo como un tipo sumamente inteligente y muy irónico para hablar, lo cual hacer resaltar aún más su inteligencia.
Muy bueno, Facundo, espero por más.

Anónimo dijo...

Alguna vez tuve la oportunidad de estar sentada junto a una "astróloga", ellos dicen que realizan las correcciones pertinentes en sus "cálculos", de sus predicciones. Le pregunté entonces porqué nunca había conocido persona alguna bajo el signo de Ofiuco. Grandes ojos me miraron, la señora no tenía idea del "nuevo" signo del zodíaco...
Muy bueno tu blog, causalmente me topé con él; la lectura me hizo desistir de la búsqueda de una letra de tango para un hombre mediocre, la que me trajo hasta aquí.
Gabriela.

Facundo dijo...

Centauro: Me pareció muy irónico y no pude evitar transcribirlo. Gracias por sus comentarios. Saludos.

Gabriela: Si uno se sumerge un poco en la historia de la ciencia, se da cuenta que a medida que surgieron nuevos conocimientos, las teorías científicas tuvieron que readaptarse a estas nuevas ideas. Claramente nunca pasó esto con la astrología y es por eso que para mí (además que no claramente no cumple con el método científico) no se puede considerar una ciencia. Un gusto su comentario.