jueves, noviembre 09, 2006

Lo esencial es invisible a los ojos

"Pero sucedió que el principito, habiendo caminado largo tiempo a través de arenas, de rocas y de nieve, descubrió al fin una ruta. Y todas las rutas van hacia la morada de los hombres.
- Buenos días -dijo
Era un jardín florido de rosas.
- Buenos días -dijeron las rosas.
El principito las miró. Todas se parecían a su flor.
- ¿Quiénes son? -les preguntó, estupefacto.
- Somos rosas -dijeron las rosas.
- ¡Ah! -dijo el principito.
Y se sintió muy desdichado. Su flor le había contado que era la única de su especie en el universo. Y he aquí que había cinco mil, todas semejantes en un solo jardín. [...]
Luego, se dijo aún: “Me creía rico con una flor única y no poseo mas que una rosa ordinaria. [...] Realmente no soy un gran príncipe...”
Y, tendido sobre la hierba, lloro.

Entonces apareció el zorro.
- Buenos días -dijo el zorro.
- Buenos días -respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta, pero no vio nada.
- Estoy acá -dijo la voz- bajo el manzano...
- ¿Quién eres? -dijo el principito-. Eres muy lindo...
- Soy un zorro -dijo el zorro.
- Ven a jugar conmigo -le propuso el principito. ¡Estoy tan triste!...
- No puedo jugar contigo -dijo el zorro-. No estoy domesticado.
- ¡Ah! Perdón –dijo el principito.
Pero, después de reflexionar agregó:
- ¿Qué significa “domesticar”?
- No eres de aquí -dijo el zorro-. ¿Qué buscas?
- Busco a los hombres –dijo el principito-. ¿Qué significa “domesticar”?
- Los hombres -dijo el zorro- tienen fusiles y cazan. Es muy molesto. También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas?
- No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa “domesticar”?
- Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro-. Significa “crear lazos”
- ¿Crear lazos?
- Si -dijo el zorro-. Para mi no eres todavía mas que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tu tampoco me necesitas. No soy para ti mas que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mi único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
- Empiezo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
- Es posible -dijo el zorro-. ¡En la Tierra se ve toda clase de cosas...!
- ¡Oh! No es en la Tierra -dijo el principito-. El zorro pareció muy intrigado:
- ¿En otro planeta?
- Sí.
- ¿Hay cazadores en ese planeta?
- No.
- ¡Es interesante eso! ¿Y gallinas?
- No.
- No hay nada perfecto -suspiró el zorro.
Pero el zorro volvió a su idea:
- Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenara de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamara fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tu tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amare el ruido del viento en el trigo...
- Bien lo quisiera -respondió el principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
- Solo se conocen las cosas que se domestican –dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
- ¿Qué hay que hacer? -dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te mirare de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco mas cerca...
Al día siguiente volvió el principito.
- Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzare a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios. [...]

Así el principito domestico al zorro. Y cuando se acerco la hora de la partida:
- ¡Ah! ... -dijo el zorro-. Voy a llorar.
- Tuya es la culpa -dijo el principito-. No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara...
- Si -dijo el zorro-.
- Entonces no ganas nada.
- Gano -dijo el zorro-, por el color del trigo.
Luego, agregó:
- Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalare un secreto.
El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
- No son en absoluto parecida a mi rosa: no son nada aun -les dijo-. Nadie las ha domesticado y no han domesticado a nadie. Son como era mi zorro. No era mas que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron bien molestas.
- Son bellas, pero están vacías -les dijo todavía-. No se puede morir por ustedes. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que ella es la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que ella es la rosa a quien abrigue con el biombo. Puesto que ella es la rosa cuyas orugas mate (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que ella es la rosa a quien escuche quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro:
- Adiós -dijo.
- Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito, a fin de acordarse.
- El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
- El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el principito, a fin de acordarse.
- Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tu no debes olvidarla. [...]."


Extraído de "El principito" de Antoine de Saint-Exupery.

4 comentarios:

Maru dijo...

A mi compañero de barrio:

Muy lindo volver a leer esta parte... es un libro muy lindo tendría que volver a leerlo...

Besos

Tu vecina, Luna

Anónimo dijo...

libro para un chico...libro para un adulto...

me quedo con mas de una frase, gracias por hacer recordar tan valioso secreto como el del zorro...

gracias nuevamente

saludos

Facundo dijo...

Leí este libro de chico y lo volví a releer de grande. Sin lugar a dudas creo que este libro es un desperdicio para los infantes, porque hay muchas cuestiones de vida, que simplemente no entienden. Y de nada.

Saludos.

Sofistóteles dijo...

Y sobre todo, según mi propia opinión es un librito iniciático: Tiene conotaciones religiosas (o sera preciso decir místicas) por todas partes...

Un saludo a todos los que caen de otros planetas.

X-D

Saludos.